No sabría decir por qué algunas cosas me producen Una sensación de maravillas inexploradas por venir, O de grieta en el muro del horizonte Que se abre a mundos donde sólo los dioses pueden vivir.
Es una expectación vaga, sin aliento,
Como de grandes pompas antiguas que recuerdo a medias, O de aventuras salvajes, incorpóreas, Plenas de éxtasis y libres como un ensueño.
La encuentro en puestas de sol y en extrañas agujas urbanas, En viejos pueblos y bosques y cañadas brumosas, En los vientos del Sur, en el mar, en collados y ciudades iluminadas, En viejos jardines, en canciones entreoídas y en los fuegos de la luna. Pero aunque sólo por su encanto vale la pena vivir la vida Nadie alcanza ni adivina el don que insinúa.
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